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11 diciembre 2007

Otra historia, un mismo final...

Quienes fuimos conociendo la forma de manejarse de Osvaldo Ardiles en su nueva etapa en el club percibimos desde hace algunos días que su ciclo en la conducción técnica del Globo estaba muy cerca del final. Es que Ossie es una persona muy retraída, medida en su discurso y que no es muy amigo de las explicaciones detalladas. Más bien todo lo contrario. Sin embargo en los últimos días se mostró mucho más "compinche" con plantel, con más participación a la hora de hacer bromas, casi como un jugador más y esa fue la huella más clara de que en su interior algo había cambiado. Quizá una vez digerida la decisión de renunciar, tal como lo hizo al finalizar el encuentro ante Vélez, eso es lo que le permitió estar más suelto en sus últimos días en el club

Fuente
Semanario Quemero



¿Por qué se fue?. Porque su personalidad y la del presidente Babington son incompatibles. Porque estaba muy dolido porque algunos jugadores estaban atravesando problemas económicos, otros se veían afectados por los atrasos en los cobros de primas y premios, otros le manifestaron inconvenientes porque el club estaba atrasado en el pago de los alquileres de sus departamentos y eso les generaba roces con los propietarios y fundamentalmente porque él no había cobrado en término el sueldo de Octubre, más allá de los esfuerzos de la dirigencia en mantener los pagos "casi al día" para lo que es el fútbol argentino. En este tema hay que destacar que los jugadores percibieron el salario correspondiente al mes de Octubre antes del partido contra Vélez y que en lo que a sueldos se refiere se van de vacaciones sin haber cobrado el sueldo de noviembre, los premios por los puntos obtenidos en el Apertura y los medio aguinaldos de mitad de año y el que debían cobrar en éstos días. Además los jugadores que lograron el regreso a primera también cobran junto al sueldo las cuotas por el premio del ascenso, y que están igual de atrasadas que sus salarios. En fin, estos motivos económicos lo llevaron al Pitón a discutir con Babington delante del plantel de muy mala manera hace dos semanas y a partir de ahí la relación se quebró para siempre. Para solapar los verdaderon motivos empezaron a aparecer en los argumentos del DT una serie de temas "fantasma", con evasivas a la hora de responder las notas periodísticas y con la generación de un clima raro, difícil de digerir para los hinchas, similar a los que utilizó también Tony Mohamed para esquivar dar a luz los motivos reales que lo llevaron a su dimisión.

Recién en el capítulo final de la historia Osvaldo Ardiles dejó de lado su mesura y permitió que veamos algo más de su disgusto cuando al momento de abordar a la prensa para explicar su alejamiento soltó las siguientes frases:

-“Carlos nunca me apoyó como corresponde"
-"Yo creo que me buscó solamente para apagar el incendio"
-"No cumplió en nada de lo que me prometió cuando me llamó a Inglaterra para contratarme"
-"Sólo en las dos primeras fechas se acercó a apoyar al equipo y luego desapareció, hace varias semanas que no viene a los entrenamientos...es una persona que vive escondida"
-"Desde que llegué a la Argentina hubo muy poco diálogo entre nosotros"
-"Hoy en vez de venir a saludar a los jugadores por el triunfo, no apareció”
-“La reunión de la semana pasada no se produjo porque fue Babington el que no la concretó, la fue estirando y así pasó toda la semana"
-"Las declaraciones de Babington de los últimos días fueron de una bajeza muy grande dejando ver que yo no quería reunirme con él porque tenía una oferta de otro club cosa que es una absoluta mentira porque me voy a Inglaterra"
-"El presidente es una persona con la que es muy difícil trabajar"
-"Lo siento mucho por los jugadores porque es un grupo maravilloso, pero sé que ellos van a salir adelante de esta situación”.
Sin embargo lo cierto es que Babington sí entró al vestuario para saludar a los jugadores y se retiró rápidamente, sin lograr acordar hora y lugar de la reunión con Ardiles, quien en el medio de la euforia del vestuario luego convocó a los jugadores para comunicarles su decisión de dar un paso al costado en forma indeclinable y luego al enfrentar a la prensa terminó de redondear con sus declaraciones su alejamiento definitivo. El presidente, en tanto, se mostró sorprendido por la noticia de la dimisión de Ardiles en medio de una nota periodística radial, donde expresó que se estaba enterando en ese momento de la decisión del DT, aclarando después que no podía hacer nada para cambiar las cosas y que su obligación era buscarle solución al problema, de manera que a partir de ese momento se abocaría junto a sus pares de Comisión Directiva a buscar un nuevo DT con urgencia porque hay muchas cuestiones que resolver antes de la pretemporada.

El Pitón Ardiles llegó en silencio, se sentó en el banco el mismo día en que el avión lo depositó en tierras argentinas, su trabajo fue de menor a mayor, cambió dudas por certezas y cuando la gente lo incorporó a sus afectos de la mano de un final de torneo plagado de satisfacciones, pegó el portazo y se fue.

Está claro que Babington y la Comisión Directiva tendrán que hacer una profunda autocrítica para que no se tenga que vivir otra vez una historia similar, ya que Mohamed y Ardiles son muy diferentes entre sí, pero ambos han elegido una salida similar teniendo aún contratos vigentes, más allá que el presidente también tiene sus argumentos para rechazar los motivos esgrimidos por los técnicos renunciantes.

La hinchada tomó partido y mandó claros mensajes desde la popular visitante del Amalfitani: "Ardiles no se va, Ardiles no se va...", "Ardiles, Ardiles", "La comisión, la comisión, se va a la p.............". Además, fueron ovacionados Cellay, Barrientos, Sánchez Prette, Poggi, Franzoia, Goltz y Puertas.

Quedará dando vueltas en el ambiente la duda sobre los verdaderos motivos de su alejamiento, sobre quién es el verdadero responsable de otro proyecto trunco (tres DT en un año y medio), y la incertidumbre sobre quién será el que tome el timón de un barco que desafía cualquier adversidad y se mantiene a flote, navega las aguas de cualquier océano, mar o río y llega al puerto que se propone, pero a pesar de tantas alegrías no logra encontrar un capitán que soporte el oleaje y que guiado por la lógica de la navegación sea el último en abandonar el barco.

Por Marcelo Rodríguez


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