Fuente:
RICARDO SAPIA
El palpitar del corazón por la emoción que genera el sentimiento hacia una camiseta, el brillo de los colores o la devoción por un escudo en particular, no es menor para nadie, y menos lo es para los Quemeros.
El pasado miércoles 28, se cumplió un nuevo aniversario del "EL DIA MUNDIAL DEL HINCHA DE HURACAN" y, en el Palacio, ninguna de las 10.000 almas olvidó aquella tarde de 1998 haciéndose ayer presente con montones de banderas, largas y de alambrado, y los cantos entonados al cielo. Hace nueve años, la historia se escribió con 5.000 personas que, en una instancia pobre futbolísticamente para el club, decidieron con un mítico banderazo hacerle el aguante al plantel y, en caravana desde la sede al estadio-concentración, se les plantaron con el aliento a full en señal de apoyo incondicional. El golpe de efecto nos dio al día siguiente un triunfazo que cortó la malaria. Ayer la victoria ante los bahienses nos trajo el alivio de saber que el tren no se perdió. ¡Arriba Globo
RICARDO SAPIA
El palpitar del corazón por la emoción que genera el sentimiento hacia una camiseta, el brillo de los colores o la devoción por un escudo en particular, no es menor para nadie, y menos lo es para los Quemeros.
El pasado miércoles 28, se cumplió un nuevo aniversario del "EL DIA MUNDIAL DEL HINCHA DE HURACAN" y, en el Palacio, ninguna de las 10.000 almas olvidó aquella tarde de 1998 haciéndose ayer presente con montones de banderas, largas y de alambrado, y los cantos entonados al cielo. Hace nueve años, la historia se escribió con 5.000 personas que, en una instancia pobre futbolísticamente para el club, decidieron con un mítico banderazo hacerle el aguante al plantel y, en caravana desde la sede al estadio-concentración, se les plantaron con el aliento a full en señal de apoyo incondicional. El golpe de efecto nos dio al día siguiente un triunfazo que cortó la malaria. Ayer la victoria ante los bahienses nos trajo el alivio de saber que el tren no se perdió. ¡Arriba Globo
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