Casi como dando el pie para que todos los titulares periodísticos reproduzcan frases como “La historia sin fin” o “De vuelta lo mismo”, Huracán volvió a fallar a la hora de ganar un partido clave: de, potencialmente, quedar a dos del puntero, ahora es posible que podamos cerrar la fecha teniendo 8 puntos menos que Defensa.
Es cierto, se jugo muy mal (teniendo en cuenta el rival y la superioridad numérica, puede ser el peor partido hasta aquí) y se dejo pasar nuevamente el tren. Pero he aquí la gran contradicción: aún en medio de la desazón e impotencia totales, ¿se puede resignar un torneo a 10 fechas de su finalización?
La semana pasada, después del encuentro ante Almagro, celebrábamos una victoria conseguida ante un equipo que había planteado un partido trabado y bien cerrado, esos esquemas que tanto le cuesta vulnerar a Huracán y que, por ende, terminan siéndole siempre más perjudiciales de lo que todos imaginamos. La cuestión es que el conjunto de Tres Arroyos salió a jugar el match con una intención totalmente diferente, cristalizada a solo 25 segundos de juego, cuando tuvo una clara chance de gol, tras una arremetida de Levato. Esa llegada era el ejemplo cabal de la entrega que mostrarían los locales durante todo el partido. Su objetivo era bien definido, presionar a Huracán: ahogarlo. Sobre cada jugador que dominaba el balón se acercaban con mucha rapidez uno o dos jugadores de HTA, para recuperar, o por lo menos para cortar-ensuciar el intento de avance visitante.
El equipo se mostraba dubitativo, carente de ideas para proceder ante un planteo diferente a los que vienen haciendo los rivales. A solo 4 minutos, Huracán pagó muy caras sus dudas: tras un gran remate de Reynoso, luego de una pelota mal despejada por Cellay que cae a espaldas de Úbeda y Cristian Díaz, los locales se ponían uno a cero. Era claro que HTA se mostraba más convencido para ejecutar su “plan de juego” y más aún ante la desesperación que empezó a presentar Huracán luego de verse en desventaja.
Los errores del equipo, en materia defensiva, fueron similares a lo largo de todo el cotejo: Sánchez Prette y Barrientos siempre muy lejos del balón, y Solana demasiado lento (claramente inferior en potencial físico a cualquier rival) a la hora de marcar o trasladar. Los locales hicieron lo que debían: explotar el hecho de que siempre gozaban de superioridad numérica en la banda del volante derecho “Quemero”.
En tanto que, en lo que concierne al ataque, las actuaciones también fueron bastante pobres: un Poggi totalmente ausente (no podemos contar más de una situación clara encabezada por él en todo el partido); Milano volviéndose muy previsible en la gambeta; y Baigorria pecando con traslados demasiado largos. Larrivey, tal vez el único que entregó algo rescatable arriba, aguantaba bien el balón, pero sus toques nunca llegaban a transformarse en el primer tramo de jugada asociada.
En suma, el escenario del Primer Tiempo fue claro: un mediocampo totalmente ausente, que determinaba que con uno o dos toques los locales se pusieran “mano a mano” con Leo Díaz (de gran tarea en todo el partido), y una notable carencia para generar peligro arriba. Esta carencia no estaba dada por la falta de espacios, como tantas otras veces, sino por la incapacidad de jugar el balón de manera rápida y segura: “de memoria”.
Bajo esa situación, HTA sacó provecho del “ataque por ataque” que planteaba: porque Huracán se desvanecía en tres cuartos de cancha, mientras que los locales lograron generar 4 o 5 jugadas de muchísimo peligro en solo 25 minutos de juego. La más clara la perdió García, debajo del arco. Justo es decir, que Huracán sufrió un gol mal anulado a Larrivey, dos minutos después del gol local
Pero el fútbol es un deporte siempre imprevisto, y no premia méritos: a los 29 minutos Sánchez Prette pica la pelota al vacío y Larrivey se va solo al gol; pero Zanel lo toma de la camiseta y lo baja de manera clara, justo cuando el nueve de Huracán se encontraba solo frente al arquero. HTA, que había hecho lo suficiente como para ponerse dos a cero, se encontraba, de pronto, con un penal en contra y un jugador menos. Cellay fue el encargado de “cambiar por gol”, poniendo las cosas 1-1 sobre los 30 minutos de juego. Obviamente, el desconcierto obligó a que HTA se retrasara en el terreno, dejando el balón en manos de los dirigidos por Mohamed. Lo que Huracán hizo, durante los últimos diez minutos, fue explotar el vacío en las espaldas de una defensa que había perdido un hombre, pero sobre todo orden. Con pelotazos de por medio, estuvieron cerca Milano y Larrivey, pero el equipo encontró una pared imposible de derribar: los desaciertos del línea. Desde la transmisión en vivo por televisión se pudieron contabilizar, sin sumar el gol mal anulado a Larrivey, tres o cuatro acciones de peligro que fueron abortadas por el banderín en alto de un juez asistente que no estuvo a la altura de las circunstancias.
Lo rescatable, en todo caso, era el hecho de que se sabía encontrado la manera de vulnerar al rival: se sabía que había que tocar corto, abrir la cancha y tirar la pelota para que Milano y Poggi piquen al vacío. Lamentablemente nada de esto se llevo a la práctica en el complemento.
Pero, sin lugar a dudas, la gran deuda del equipo estuvo en materia de concentración: la cantidad de pases mal dados y rebotes perdidos fue mayor que en cualquier partido del torneo. Aún teniendo un hombre de más Huracán, todas las pelotas dividas eran ganadas por los locales. Jamás se pudo encontrar un sistema de juego estable en la mitad, solo dudas e inseguridades. Sin embargo la suerte volvió a jugarle una buena pasada al “Turco”: a diez minutos del complemento, Leo Díaz sacaba un gol hecho (la pelota termina pegando en el palo y García no puede empujar en la línea) y, en esa misma acción de juego, el recién ingresado Guerra convierte un gran gol de zurda, tras un acertado enganche hacia el centro del área. Pero la alegría duro demasiado poco: un minuto después un pelotazo frontal al área, Cellay que levanta demasiado la pierna, y HTA se encuentra con un penal no muy claro que Galván se encargó de convertir para poner las cosas 2-2.
A partir de ahí el equipo empezó a desnudar todas sus limitaciones para generar juego pero, sobre todo, para sostener una marca de hombre a hombre. En tanto que HTA creaba situaciones de la manera más simple que podía: pelotazos largos a espaldas de Cristian Díaz. Para eso entró “el Bibi” González, un delantero de gran velocidad. Eran realmente llamativas las jugadas donde un solo hombre de los locales se las arreglaba para aparecer solo ante la mirada del lateral izquierdo de Huracán. Es por eso que no llamó la atención que el 3-2 llegara por esa vía, luego de una gran asistencia de Levato a espaldas de los dubitativos Úbeda y Cristian Díaz, que González terminó definiendo con lujo por sobre el cuerpo de Leo Díaz.
Conseguida la ventaja, los locales se abroquelaron en el fondo, llegando a poner siete hombres en el área chica. Se tuvo la pelota y muchísimo tiempo para, cuando menos, rescatar un punto, pero se careció de inteligencia (las pelotas paradas siguen siendo una materia pendiente en el Clausura), efectividad (Milano y Guerra perdieron goles debajo del arco), imaginación (¿alguien cree que Quinteros puede aportar sorpresa a la hora de dar vuelta un partido?) y, sobre todo, agresividad.
Esa agresividad que los locales tuvieron desde el minuto cero, y que fue su principal arma para atropellar a un Huracán que se muestra irresoluto cuando lo “empujan” contra su arco. Tal vez los jugadores guardaban energía para los reprobables encontronazos que buscaron propiciar al final del partido. A no confundirse: esa no es la agresividad que debe tener un equipo para superar al otro, sino la impotencia de no poder dar vuelta un resultado, de carecer de ideas y voluntad para hacerlo. La tristeza de haber dejado pasar tres puntos que, luego de cerrada toda la fecha, nos pueden dejar, como peor escenario, a 8 puntos del líder del certamen y a 7 de Chacarita, rival en la pelea general.
La pregunta es: ¿estamos fuera de pelea, a solo 9 fechas del comienzo del torneo? Nuestra respuesta debe ser NO. Porque el equipo tiene potencial para pelear el ascenso y conseguirlo y nuestra historia grande exige un Centenario en Primera División. Lo que si es claro es que el objetivo deberá ser ganar, cuando menos, 7 de los 10 partidos restantes, incluyendo los vitales enfrentamientos ante Defensa y Chacarita, equipos de los que debemos esperar que pierdan algunos puntos en su camino.
Es cierto, la caída fue demasiado dura, pero quedan diez fechas por jugar, y todos lo saben: los grandes siempre vuelven. Huracán deberá ponerlo todo (sus jugadores, sus hinchas y sus dirigentes), y cambiar el siempre, por el Ahora. Es un momento en el que deberá dominar la reflexión y autocrítica para enderezar la marcha y hacer foco nuevamente en el único objetivo de retornar a primera. La próxima fecha en el Ducó, ante Villa Mitre, el equipo del Turco tendrá la posibilidad de recuperar el camino del triunfo, justamente cuando todos estemos celebrando en las tribunas el día mundial del Hincha de Huracán.
Las tres claves del partido:
-Las decisiones arbitrales: si bien desde SQ no se suele señalar a los árbitros como responsables directos de los resultados (sean buenos o malos), sería claramente injusto dejar fuera del análisis un gol mal anulado (un minuto después de la apertura de los locales) y los sucesivos “fuera de juego” mal sancionados. Pareciera que fecha a fecha nos vamos acostumbrando a sufrir las decisiones de quienes imparten Justicia.
-La actitud de HTA: Huracán se topó con un equipo para nada vistoso, aunque se mostró práctico y simple para defender y atacar. Pero además exhibió unas ganas de ganar tales que compensaron el hombre de menos.
-Desaciertos “quemeros”: a un medio campo que no pudo frenar avance alguno y un Solana claramente incapaz de “hacer la banda”, debemos sumarle el arma preferida de todos nuestros rivales, las espaldas de C. Díaz.
Comentario: JM / Síntesis: SQ
Es cierto, se jugo muy mal (teniendo en cuenta el rival y la superioridad numérica, puede ser el peor partido hasta aquí) y se dejo pasar nuevamente el tren. Pero he aquí la gran contradicción: aún en medio de la desazón e impotencia totales, ¿se puede resignar un torneo a 10 fechas de su finalización?
La semana pasada, después del encuentro ante Almagro, celebrábamos una victoria conseguida ante un equipo que había planteado un partido trabado y bien cerrado, esos esquemas que tanto le cuesta vulnerar a Huracán y que, por ende, terminan siéndole siempre más perjudiciales de lo que todos imaginamos. La cuestión es que el conjunto de Tres Arroyos salió a jugar el match con una intención totalmente diferente, cristalizada a solo 25 segundos de juego, cuando tuvo una clara chance de gol, tras una arremetida de Levato. Esa llegada era el ejemplo cabal de la entrega que mostrarían los locales durante todo el partido. Su objetivo era bien definido, presionar a Huracán: ahogarlo. Sobre cada jugador que dominaba el balón se acercaban con mucha rapidez uno o dos jugadores de HTA, para recuperar, o por lo menos para cortar-ensuciar el intento de avance visitante.
El equipo se mostraba dubitativo, carente de ideas para proceder ante un planteo diferente a los que vienen haciendo los rivales. A solo 4 minutos, Huracán pagó muy caras sus dudas: tras un gran remate de Reynoso, luego de una pelota mal despejada por Cellay que cae a espaldas de Úbeda y Cristian Díaz, los locales se ponían uno a cero. Era claro que HTA se mostraba más convencido para ejecutar su “plan de juego” y más aún ante la desesperación que empezó a presentar Huracán luego de verse en desventaja.
Los errores del equipo, en materia defensiva, fueron similares a lo largo de todo el cotejo: Sánchez Prette y Barrientos siempre muy lejos del balón, y Solana demasiado lento (claramente inferior en potencial físico a cualquier rival) a la hora de marcar o trasladar. Los locales hicieron lo que debían: explotar el hecho de que siempre gozaban de superioridad numérica en la banda del volante derecho “Quemero”.
En tanto que, en lo que concierne al ataque, las actuaciones también fueron bastante pobres: un Poggi totalmente ausente (no podemos contar más de una situación clara encabezada por él en todo el partido); Milano volviéndose muy previsible en la gambeta; y Baigorria pecando con traslados demasiado largos. Larrivey, tal vez el único que entregó algo rescatable arriba, aguantaba bien el balón, pero sus toques nunca llegaban a transformarse en el primer tramo de jugada asociada.
En suma, el escenario del Primer Tiempo fue claro: un mediocampo totalmente ausente, que determinaba que con uno o dos toques los locales se pusieran “mano a mano” con Leo Díaz (de gran tarea en todo el partido), y una notable carencia para generar peligro arriba. Esta carencia no estaba dada por la falta de espacios, como tantas otras veces, sino por la incapacidad de jugar el balón de manera rápida y segura: “de memoria”.
Bajo esa situación, HTA sacó provecho del “ataque por ataque” que planteaba: porque Huracán se desvanecía en tres cuartos de cancha, mientras que los locales lograron generar 4 o 5 jugadas de muchísimo peligro en solo 25 minutos de juego. La más clara la perdió García, debajo del arco. Justo es decir, que Huracán sufrió un gol mal anulado a Larrivey, dos minutos después del gol local
Pero el fútbol es un deporte siempre imprevisto, y no premia méritos: a los 29 minutos Sánchez Prette pica la pelota al vacío y Larrivey se va solo al gol; pero Zanel lo toma de la camiseta y lo baja de manera clara, justo cuando el nueve de Huracán se encontraba solo frente al arquero. HTA, que había hecho lo suficiente como para ponerse dos a cero, se encontraba, de pronto, con un penal en contra y un jugador menos. Cellay fue el encargado de “cambiar por gol”, poniendo las cosas 1-1 sobre los 30 minutos de juego. Obviamente, el desconcierto obligó a que HTA se retrasara en el terreno, dejando el balón en manos de los dirigidos por Mohamed. Lo que Huracán hizo, durante los últimos diez minutos, fue explotar el vacío en las espaldas de una defensa que había perdido un hombre, pero sobre todo orden. Con pelotazos de por medio, estuvieron cerca Milano y Larrivey, pero el equipo encontró una pared imposible de derribar: los desaciertos del línea. Desde la transmisión en vivo por televisión se pudieron contabilizar, sin sumar el gol mal anulado a Larrivey, tres o cuatro acciones de peligro que fueron abortadas por el banderín en alto de un juez asistente que no estuvo a la altura de las circunstancias.
Lo rescatable, en todo caso, era el hecho de que se sabía encontrado la manera de vulnerar al rival: se sabía que había que tocar corto, abrir la cancha y tirar la pelota para que Milano y Poggi piquen al vacío. Lamentablemente nada de esto se llevo a la práctica en el complemento.
Pero, sin lugar a dudas, la gran deuda del equipo estuvo en materia de concentración: la cantidad de pases mal dados y rebotes perdidos fue mayor que en cualquier partido del torneo. Aún teniendo un hombre de más Huracán, todas las pelotas dividas eran ganadas por los locales. Jamás se pudo encontrar un sistema de juego estable en la mitad, solo dudas e inseguridades. Sin embargo la suerte volvió a jugarle una buena pasada al “Turco”: a diez minutos del complemento, Leo Díaz sacaba un gol hecho (la pelota termina pegando en el palo y García no puede empujar en la línea) y, en esa misma acción de juego, el recién ingresado Guerra convierte un gran gol de zurda, tras un acertado enganche hacia el centro del área. Pero la alegría duro demasiado poco: un minuto después un pelotazo frontal al área, Cellay que levanta demasiado la pierna, y HTA se encuentra con un penal no muy claro que Galván se encargó de convertir para poner las cosas 2-2.
A partir de ahí el equipo empezó a desnudar todas sus limitaciones para generar juego pero, sobre todo, para sostener una marca de hombre a hombre. En tanto que HTA creaba situaciones de la manera más simple que podía: pelotazos largos a espaldas de Cristian Díaz. Para eso entró “el Bibi” González, un delantero de gran velocidad. Eran realmente llamativas las jugadas donde un solo hombre de los locales se las arreglaba para aparecer solo ante la mirada del lateral izquierdo de Huracán. Es por eso que no llamó la atención que el 3-2 llegara por esa vía, luego de una gran asistencia de Levato a espaldas de los dubitativos Úbeda y Cristian Díaz, que González terminó definiendo con lujo por sobre el cuerpo de Leo Díaz.
Conseguida la ventaja, los locales se abroquelaron en el fondo, llegando a poner siete hombres en el área chica. Se tuvo la pelota y muchísimo tiempo para, cuando menos, rescatar un punto, pero se careció de inteligencia (las pelotas paradas siguen siendo una materia pendiente en el Clausura), efectividad (Milano y Guerra perdieron goles debajo del arco), imaginación (¿alguien cree que Quinteros puede aportar sorpresa a la hora de dar vuelta un partido?) y, sobre todo, agresividad.
Esa agresividad que los locales tuvieron desde el minuto cero, y que fue su principal arma para atropellar a un Huracán que se muestra irresoluto cuando lo “empujan” contra su arco. Tal vez los jugadores guardaban energía para los reprobables encontronazos que buscaron propiciar al final del partido. A no confundirse: esa no es la agresividad que debe tener un equipo para superar al otro, sino la impotencia de no poder dar vuelta un resultado, de carecer de ideas y voluntad para hacerlo. La tristeza de haber dejado pasar tres puntos que, luego de cerrada toda la fecha, nos pueden dejar, como peor escenario, a 8 puntos del líder del certamen y a 7 de Chacarita, rival en la pelea general.
La pregunta es: ¿estamos fuera de pelea, a solo 9 fechas del comienzo del torneo? Nuestra respuesta debe ser NO. Porque el equipo tiene potencial para pelear el ascenso y conseguirlo y nuestra historia grande exige un Centenario en Primera División. Lo que si es claro es que el objetivo deberá ser ganar, cuando menos, 7 de los 10 partidos restantes, incluyendo los vitales enfrentamientos ante Defensa y Chacarita, equipos de los que debemos esperar que pierdan algunos puntos en su camino.
Es cierto, la caída fue demasiado dura, pero quedan diez fechas por jugar, y todos lo saben: los grandes siempre vuelven. Huracán deberá ponerlo todo (sus jugadores, sus hinchas y sus dirigentes), y cambiar el siempre, por el Ahora. Es un momento en el que deberá dominar la reflexión y autocrítica para enderezar la marcha y hacer foco nuevamente en el único objetivo de retornar a primera. La próxima fecha en el Ducó, ante Villa Mitre, el equipo del Turco tendrá la posibilidad de recuperar el camino del triunfo, justamente cuando todos estemos celebrando en las tribunas el día mundial del Hincha de Huracán.
Las tres claves del partido:
-Las decisiones arbitrales: si bien desde SQ no se suele señalar a los árbitros como responsables directos de los resultados (sean buenos o malos), sería claramente injusto dejar fuera del análisis un gol mal anulado (un minuto después de la apertura de los locales) y los sucesivos “fuera de juego” mal sancionados. Pareciera que fecha a fecha nos vamos acostumbrando a sufrir las decisiones de quienes imparten Justicia.
-La actitud de HTA: Huracán se topó con un equipo para nada vistoso, aunque se mostró práctico y simple para defender y atacar. Pero además exhibió unas ganas de ganar tales que compensaron el hombre de menos.
-Desaciertos “quemeros”: a un medio campo que no pudo frenar avance alguno y un Solana claramente incapaz de “hacer la banda”, debemos sumarle el arma preferida de todos nuestros rivales, las espaldas de C. Díaz.
Comentario: JM / Síntesis: SQ
Ingresar a galería de fotos del partido (Gentileza LU24 Radio Tres Arroyos)
SÍNTESIS:
Huracán de Tres Arroyos: 3
Luciano Pocrnjic; Maximiliano Blanco, Mauro Zanel, Maximiliano Natalicchio, Mario Ruiz Díaz; Escudero, Damián Fernández, Mauricio Levato, Cristian Galván; Emanuel Reinoso y Claudio. DT: Rubén Agüero.
Suplentes: Bucci y Herrera.
Huracán: 2
Leonardo Díaz, Christian Cellay, Claudio Úbeda, Cristian Díaz, Gerardo Solana, Cristian Sánchez Prette, Hugo Barrientos, Federico Poggi, Manuel Baigorria, Mauro Milano y Joaquín Larrivey. Director Técnico: Antonio Mohamed.
Suplentes: Monzón y Goltz.
Cambios: ST: 5´ Gabriel González por Reinoso (HTA), 10´ Claudio Guerra por Baigorria (H), 19´ Raúl Gordillo por Poggi (H), 21´ Pablo Ayala por Ruíz Díaz (HTA), 27´ Jonathan Vannieuwenhoven por García (HTA), 28´ Rodolfo Quinteros por Barrientos (H).
Amonestados: Claudio García, Maximiliano Blanco, Diego Levato y Pablo Ayala (HTA), Claudio Úbeda, Gerardo Solana, Raúl Gordillo y Claudio Guerra (H).
Expulsado: Mauro Zanel (HTA).
Goles: PT: 5´ Emanuel Reinoso (HTA), 29´ Christian Cellay (penal)(H).ST: 10´ Claudio Guerra (H), 12´ Cristian Galván (penal) (HTA) y 18´ Gabriel González (HTA).
Árbitro: Cristian Faraón (regular).
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