Matías De Federico, de apenas 17 años, debutó y fue el héroe de Huracán con el empate agónico. "Tengo la puerta un poco abierta", se ilusionó.
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Si había un partido para debutar y mostrarse, los seis minutos ante Tiro Federal quizás no eran los ideales. Aunque siempre hay excepciones...
Y para Matías De Federico, fruto de las Inferiores de Huracán, llegar a Primera y coronar su corta actuación con un gol es único. "Fue rarísimo. Por suerte me tocó convertir. Es una experiencia inolvidable que no se me va a borrar nunca", tiró el pibe de 17 años al borde del llanto.
Es que él sabe lo que es remarla. El año pasado ya había sido convocado por Mohamed ante Ben Hur, pero le tocó ir al banco. Y después, una lesión lo marginó de entrenarse con la Primera por un tiempo. Hasta que tuvo su segunda chance, y vaya si la aprovechó. "Hablé con él antes del partido, lo vengo viendo hace mucho y le tenía confianza", contó el Turco del punta, quien le dedicó el gol a su familia (tíos, papá, abuelo y primo estaban alentándolo) y a la mamá, que se quedó en Baires. Igual Mati (según le dijo a Olé su papá Adrián, la noche anterior no pegó un ojo) no se la cree. "Tengo mucho que aprender pero la puerta ya la tengo un poco abierta", se ilusionó.
ROSARIO (CORRESPONSAL).
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