Uno: Quisiera ser grande
La pasan por cable bastante seguido, es más... la podemos ver de vez en cuando en reemplazo de un programa fallido por canal 13.
Para el que no se la acuerda, es bastante simple: Un chico se desespera por ser grande, se lo pide a una "máquina de deseos" en una feria y despierta a la mañana siguiente en un cuerpo de grande.
Claro que no sabe que hacer con ese cuerpo. La situación lo supera y termina deseando volver a ser chico. Muchos de los equipos de la B Nacional cumplieron ese deseo gracias al Globo, se convirtieron en grandes por un día y hoy sueñan con panoramas que los superan y que no sabrán manejar.
¿Y nosotros? ¿Nos queda el triste sentido de ser esa máquina de deseos que cumple a quienes lo soliciten?
Dos: Calidad, servicio y limpieza
Parecemos Mc Donalds: te organizamos tu fiestita... traé 12.000 personas, traé un telón enorme y doscientas banderas, copá el Ducó y encima gananos el partido con dos jugadores menos. Ah, no te preocupes, los payasos los ponemos nosotros.¿Suena revulsivo? es lo que nos pasa y deberíamos reconocerlo: lo del sábado 29 formará parte de las imágenes más negras de nuestra historia. No por el resultado, no por el juego, simplemente por la sensación que causaba. No hay excusas, Huracán jugaba tanto o más que Chicago (Lleva más tiempo en la B, estabamos arriba en la tabla general y éramos locales. Ganando alcanzábamos a Chacarita y no jodamos, somos Huracán!), pero la imagen era contundente: Parecíamos un chico caprichoso que no entiende como le sacaron el juguete preferido.
Tenemos que reconocerlo, lo cual no implica aceptarlo.
Tres: Esta película ya la vi
En los foros de Patria Quemera y la Página oficial se leen cosas como "ahora nos copa la cancha Chacarita", "nos vana festejar en la cara", "Ir a ver a este equipo es al pedo", etc etc... Y me pregunto en que se convirtió el fútbol, en que se convirtió Huracán.
Pensé seriamente en esto de ser grandes y ser chicos, cosa que no solo se aplica a los clubes sino a nosotros mismos. Yo de chico iba a la cancha porque me gustaba, disfrutaba corriendo por los pasillos de la Bonavena, pateando una pulpo con otros pibes mientras se jugaba el partido. Sólo nos dabamos vuelta y corriamos al alambrado cuando la hinchada bramaba ¡penal! o por qué no, directamente ¡Gol!
Ir a la cancha era la cita más importante de la semana pero ni tenía idea de por que lo era.
Más grande seguimos yendo con la misma pasión, pero nos empezó a importar seriamente si Huracán perdía o ganaba. No comí una semana después del partido en la cancha de Independiente, la vida pasaba por el globo y el globo era mi vida.
Crecimos, o directamente envejecimos... Mantenemos una cáscara cínica que nos protege de los dolores que nos trae ir a la cancha. Creemos que todo está arreglado y es un negocio en donde no hay nadie que no se lleve tajada del mismo. Si no es el técnico son los camarilleros de los jugadores, o la hinchada y sus aprietes profesionales, los árbitros comprados, los dirigentes enriquecidos, los periodistas tendenciosos y la todo poderosa televisión. Nos escudamos en la imposibilidad de cambiar semejante transa pero nos ilusionamos ante el primer gol quemero como esos chicos que éramos hace tantos años.
Cuatro: Utopía
Dice Galeano que la utopía es eso que sirve para seguir caminando. Esa zanahoria en el horizonte a donde nunca llegaremos pero que nos dirige en el camino correcto. Mi utopía particular es ver un Ducó colmado, con un Chacarita visitante, bien visitante cagado de miedo por la necesidad de ganar y la imposibilidad de hacerlo. Me imagino un Huracán herido pero orgulloso, que pelea y da batalla sólo por el placer de hacerlo y deleitarnos a todos los que apoyamos en las tribunas. Olvidarme del ascenso y jugar UN partido. Sólo un partido de noventa minutos con el marco ideal, en la última fecha y con la alegría que teníamos cuando corríamos atrás de la pulpo. Después del partido, enterarnos de carambola, por una radio botona de un vecino de tablón que clasificamos para un reducido que no da muchas chances, pero que nuestro rival es el mismo Chaca, aquel que derrotamos. Suena desafiante, dos partidos más para demostrarles quien es el mejor, quien es Grande.
Cinco: Final
Yo no se (ni me interesa) si somos el sexto, el segundo o el último grande. No se si somos un chico crecido o un grandulón sin futuro. No me importa porque Huracán es mucho más que un campeonato, un técnico o incluso un equipo de fútbol. Cuando uno no sabe a donde ir y está perdido en la vida, siempre tiene una certeza: el globo está para recibirnos, siempre podemos dar una vuelta y volver al Ducó. Podemos quedarnos otro año en el Nacional, podemos subir por la puerta de atrás, puede ser justo o injusto. Pero nos jugamos más que un ascenso, nos jugamos más que un campeonato. Nos jugamos el orgullo.
¿El Sábado nos vemos todos? Crecimos, ya somos grandes y que el Globo lo sea sólo depende de nosotros.
Mariano
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12 mayo 2006
Orgullo
Publicadas por
Lucila Comeron
a la/s
6:02 a. m.
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4 comentarios:
Expresan exactamente lo que siento... AGUANTE EL GLOBO CARAJO Y ES EL ORGULLO LO QUE ESTA EN JUEGO
EL QUEMERO DE ALMAGRO
Totalmente de acuerdo con el sentimiento expresado, HURACAN esta por encima de los jugadores, DT, dirigentes y categoría en la cual le toque jugar; y el día que todos los hinchas entendamos eso, seguramente la historia cambiara.- Pero lamentablemente tenemos muchos hinchas llorones, protestones y puteadores; que a veces no entiendo porque no se hacen del BARSA o el CHELSEA, porque si sos quemero al globo lo queres a muerte, juegue quien juegue y en el puesto que este.- Saludos.-
YO tengo orgullo!!!!
Absolutamente cierto.
Absolutamente conmovedor.
Y espero que movilñizador para todos los que a veces dudan de sus sentimientos.
Eduardo Garro
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